domingo, 6 de junio de 2010

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Hace poco fue el día internacional de acción por la salud de las mujeres.

Creo que hay muchos derechos que se nos niegan. Definitivamente, los hay. El derecho a la salud es uno de esos. Pero ¿qué es la salud? Algunxs la definen como ausencia de enfermedad. Otrxs, como el estado de completo bienestar físico, social y mental. Hay quienes consideran a la salud como buen estado y funcionamiento del organismo, ejerciendo normalmente todas sus funciones biológicas y psíquicas.

Intento desglosar esta cosa que se llama salud. Puedo tomar un poco de todo, formar una sola, elegir una entre tantas, las definiciones brotan por todos lados. Pero la otra pregunta es ¿quién escribe esas definiciones? Cuando pienso en la salud, pienso en un concepto que podría desarmarse en tantas partecitas que sería inabarcable, una especie de gigante mapa conceptual formado por redes y redes de redes de nociones, significados, saberes, etc. Pensar en quienes escriben esas definiciones, entre las que se encuentra la de “salud”, inevitablemente deriva en pensar un sistema patriarcal, machista, heterosexista, que busca controlar los cuerpos de las mujeres, regulando nuestros placeres, negando nuestros derechos. Un sistema que prohíbe el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. ¿Y por qué prohíbe el derecho al aborto legal? Es simple. Sigamos desglosando. Hablar de aborto implica, también, hablar de sexualidades. De disfrute, de goce. De decir NO a la maternidad obligatoria, a la sexualidad reproductiva como única posible. Es decir: hablar de aborto es hablar, también, de decisión sobre nuestros propios cuerpos. De un control que se les quitaría a unxs “otrxs” para pasar a unas nosotras. Eso es lo que se percibe como imposible a los ojos de quienes detentan ese poder regulatorio, de control. Me atrevería a decir que más que imposible: se ve como criminal.

¿Cómo podemos nosotras, las mujeres, pensar en decidir, en elegir, en disfrutar, en actuar como queramos, cuando queramos, sobre nuestros cuerpos y sobre nosotras mismas? Este es, quizás, el error más grande, a los ojos de esxs otrxs que (entre otras cosas) se oponen a que ejerzamos nuestro derecho a decidir: a decir con quién, cómo, si sí o si no, si quiero o si no quiero (ser madre, ser esposa, ser lesbiana, SER).

El error está en poder pensarnos.
En “osar” pensar-que-podemos-llegar-a-pensarnos.
Que podemos llegar a elegir.
Que podemos llegar a decidir.

Y acá es donde se hace evidente que no se trata de un tema superficial.
Que hablar de aborto implica empezar a explorar un iceberg gigante, dentro del cual el reclamo por el aborto legal-seguro-gratuito es simplemente una parte ínfima.

[Y coincido con Santiago Kahn –del blog: http://santiagokahn.blogspot.com-: definitivamente, este es el tema más importante de la agenda 2010]

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2 comentarios:

  1. Acordamos en que es el tema más importante de la agenda 2010 porque vemos que en algún punto, dentro de la política partidaria local, se habre una pequeña rendija por la que lograrlo. No es el único asunto, sin duda. No alcanza sólo con una ley, tampoco. Pero la ley tiene ese valor propio del lenguaje: dar nombre, dar forma, dar la posibilidad a que se reclame, a que se respete.

    Y otro punto fundamental de lo que escribís: ¿Quién escribe las leyes? ¿El mismo sujeto androcéntrico que las definiciones de lo que es la salud? Que tengamos que hacer un esfuerzo para diferenciar "la salud reproductiva", "la salud de las mujeres", "la salud de lxs travestigas", etc., da cuenta de que en realidad la Salud con mayúsculas deja a todxs los demás afuera, como "lo otro", lo "abyecto", lo que es de segunda categoría.

    Y es ahí donde nuestras luchas son por el sentido. No hay nada más material que el sentido. Y mientras escribo esto veo la imagen a mi derecha: "Yo aborto, tu abortas, todas callamos". La tarea de intervenir sobre los sentidos, sobre las leyes y sobre las definiciones impacta en nuestros cuerpos.

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  2. Obvio que la ley es un mínimo-primer-paso. Creo que estamos curtidxs en esa de saber que las leyes se hacen y no siempre se cumplen, especialmente (y qué casualidá) cuando involucran a las mujeres y a sus cuerpos.

    Y la tarea es múltiple, compa-de-lucha(s) ... como vos bien decís, por los sentidos, las leyes, y tantas cosas más ... y nuestros cuerpos, involucradísimos.

    Hay tanto por hacer.

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