Todas las que fuimos, somos feministas ,
escuchamos alguna vez hablar del cuarto propio: Virginia Woolf decía que todas
las mujeres necesitaban, para poder crear, tener un cuarto propio. Era esa la
manera que, entiendo ella encontraba, de vincular la vida, el mundo, su mundo (tan ajeno al espacio público en ese
momento) con la creación artística. Itziar
Ziga, transfeminista actual, retoma esta idea, pero plantea algo más: además de
un espacio propio, un cuarto, necesitamos un “zulo interior”: si adentro
nuestro no hay cuarto propio, ¿qué podemos crear?
Cuando yo era chica, ocho años más o menos,
me hacían acostarme temprano. Al otro día iba al colegio y nunca, nunca, podía
despertarme. Siempre fui noctámbula: todavía hoy intento manejarlo, pero me
cuesta horrores. Simplemente, no tengo sueño de noche, y se me despiertan todos los sentidos, cosa que
de día no me pasa. Decía entonces que tenía ocho años cuando descubrí, sin
saberlo, mi cuarto propio: el baño. Era el único espacio de la casa donde podía
encerrarme con llave. Adoraba leer en el baño. Me llevaba unos libros, una
linterna por las dudas de que alguien se despertara y viera mucha luz, y me
quedaba ahí, todo el tiempo que quería. Ahora pienso que ese fue mi cuarto y mi
zulo a la vez. Entre las páginas de los libros que leía, aprendí a descubrirme
a mí.
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